martes, 29 de mayo de 2007

Vídeo resumen del Informe 2007 de Amnistía Internacional



El siguiente, parece un documento larguísimo, pero en realidad no lo es, poco a poco descubres información acerca de los eventos que sucedieron y que siguen sucediendo en el mundo a nuestro alrededor y como un poco de nuestra parte puede significar tanto para nuestros compañeros de viaje y el futuro de nuestro mundo...

Amnistía Internacional
http://web.amnesty.org/library/Index/ESLPOL100202007

Informe 2007: Intervención de Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, en la conferencia de prensa celebrada en la Asociación de la Prensa Extranjera de Londres el 23 de mayo de 2007


Este breve fragmento de vídeo muestra el terrible precio que están pagando las personas corrientes por no hacer valer sus líderes los derechos humanos.

El objeto de haber comenzado con este vídeo es subrayar que cómo realmente se comprueba el estado de los derechos humanos en el mundo es con las voces y las experiencias de las personas corrientes.

El Informe 2007 de Amnistía Internacional contiene muchos de casos así. Es una crónica del estado de los derechos humanos en el mundo, desde Afganistán hasta Zimbabwe, en 2006, basada en una extensa labor de investigación y análisis realizada por la organización.

Muchos de ustedes conocerán un vídeo publicado en Internet donde se ve cómo lapidan a la joven yazidí Du’a Aswad por haberse enamorado de un sunní. Son unas imágenes espantosas, pero por desgracia son muchas las mujeres que viven cada día con miedo a sufrir violencia. Nuestro informe está repleto de datos sobre violencia contra las mujeres, que ponen de relieve cuán extendida está tanto en tiempos de paz como en la guerra y tanto en las sociedades ricas como en las pobres. Se gastan miles de millones de dólares en la "guerra contra el terror", pero no parece que haya mucha voluntad política ni recursos para combatir el terror sexual contra las mujeres.

Nuestro informe deja también al descubierto el miedo de millones de personas que son empujadas a la pobreza y quedan sumidas en ella debido a políticas y prácticas entreveradas de abusos contra los derechos humanos, tramadas por gobiernos corruptos y empresas codiciosas.

Los derechos humanos son una cuestión de justicia y dignidad, y ni la una ni la otra pueden conseguirse si las mujeres y las personas pobres quedan excluidas.

Sin embargo, nuestro informe muestra que en 2006 se relegaron y desatendieron las preocupaciones de estas personas mientras poderosos gobiernos y grupos armados fomentaban deliberadamente el miedo para menoscabar los derechos humanos y crear un mundo cada vez más polarizado y peligroso.

En 2006, políticas de estrechas miras y dirigidas a infundir miedo menoscabaron el Estado de derecho y los derechos humanos, dieron pábulo al racismo y la xenofobia, fomentaron la discriminación, reprimieron el disentimiento, intensificaron los conflictos y sembraron las semillas de más violencia.

El miedo, la desconfianza y las divisiones se afianzaron tanto en la comunidad internacional que la dejaron prácticamente paralizada ante las crisis de derechos humanos de 2006.

Apenas se prestó atención a conflictos olvidados como los de Sri Lanka y Chechenia.

El Consejo de Seguridad tardó cuatro semanas en conseguir que hubiera voluntad para pedir un alto el fuego en la guerra del Líbano del año pasado. No se hizo ninguna investigación sobre las violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario cometidas, incluidos crímenes de guerra perpetrados tanto por el ejército israelí como por las fuerzas de Hezbolá; y no hubo rendición de cuentas, ni justicia ni reparaciones para las víctimas.

En un país donde no se hace justicia por delitos contra los derechos humanos que llevan decenios pendientes, se añadió una capa más al montón de motivos de queja acumulados, se agudizaron las divisiones sectarias y se intensificó la inestabilidad política. El peligro de nuevos estallidos de violencia y violaciones de derechos humanos es más que evidente a la vista de los sucesos ocurridos esta semana en el norte de Líbano.

Un Cuarteto dividido –que representaba a Estados Unidos, la ONU, la UE y Rusia– no se atrevió a asumir el liderazgo en el conflicto palestino-israelí. En 2006, el número de victimas mortales palestinas se triplicó con respecto al año anterior, y entre ellas hubo 120 menores.

Desde el punto de vista de los derechos humanos, la situación de violencia generalizada, estrangulamiento de la economía y desmoronamiento del Estado se está convirtiendo ante nuestros propios ojos en una pesadilla, ante la que la comunidad internacional sigue sin inmutarse.

Con más 200.000 personas muertas y más de 12 veces esta cifra, 2,5 millones, desplazadas, Darfur es una herida sangrante para la conciencia del mundo. Prohibido su acceso a Darfur por el gobierno sudanés, Amnistía Internacional visitó en 2006 el este de Chad y registró testimonios de ataques, asesinatos, saqueos y violaciones de las milicias yanyawid que indican que el conflicto se ha extendido ya al otro lado de la frontera.

El gobierno estadounidense se ha pronunciado claramente sobre la necesidad de proteger a la población civil. Hay que acoger con satisfacción que lo haya hecho, pero nada prueba mejor la pérdida de autoridad moral de Estados Unidos que el hecho de que no haya convencido al gobierno sudanés de que acceda al despliegue de fuerzas de la ONU para el mantenimiento de la paz. El gobierno de Sudán está jugando con la ONU, porque se siente seguro sabiendo que el Consejo de Seguridad es débil no sólo por la falta de confianza en Estados Unidos, sino también por el doble juego de Rusia y China. Estos dos gobiernos no sólo mantuvieron estrechos vínculos con Jartum, sino que, a juzgar por nuestras investigaciones, suministraron armas en condiciones que pudieron suponer una violación del embargo de la ONU.

Amnistía Internacional pide a la ONU que tome medidas para que el embargo de armas sea más estricto y completo, de manera que no puedan entrar en Sudán armas de ninguna clase, cualquiera que sea el bando al que vayan destinadas.

Aprovechando la inestabilidad e inseguridad creadas por gobiernos débiles y Estados que no funcionan bien, grupos violentos y extremistas se han convertido en una grave amenaza para los derechos humanos a lo largo de la región comprendida entre las fronteras de Pakistán y el Cuerno de África y en partes enteras del continente africano.

A menos que los gobiernos aborden los agravios de los que se alimentan estos grupos, a menos que proporcionen un liderazgo efectivo para hacer que estos grupos rindan cuentas de los abusos que han cometido y a menos que se muestren ellos mismos dispuestos a rendir cuentas de sus propios actos, se presenta un sombrío panorama para los derechos humanos.

Irak es un buen ejemplo de ello. Las fuerzas de seguridad iraquíes incitan a la violencia sectaria, en vez de detenerla. El sistema de justicia del país es absolutamente inadecuado, y las peores prácticas del régimen de Sadan Husein –la tortura, los juicios injustos, la pena capital y las violaciones perpetradas con impunidad– continúan siendo moneda corriente hoy día. Ha habido frecuentes denuncias de violaciones de derechos humanos cometidas por soldados británicos y estadounidenses, pero pocos procesamientos y sentencias condenatorias. El gobierno iraquí y sus aliados militares deben establecer claros puntos de referencia con los que medir su actuación en materia de derechos humanos, como reformar la policía y las fuerzas de seguridad, revisar el sistema de justicia, poner fin a la discriminación de carácter sectario y garantizar igualdad y seguridad a las mujeres.

Afganistán es otro ejemplo de cómo el gobierno y la comunidad internacional han desaprovechado la oportunidad de crear un Estado efectivo, basado en los derechos humanos y el imperio de la ley, así que, en el clima de inseguridad, impunidad y corrupción imperante, los talibanes se han reafirmado por medio de una estrategia de miedo e intimidación.

Gobiernos poderosos están utilizando la política del miedo para crear una espiral de abusos contra los derechos humanos en la que ningún derecho merece respeto.

Las personas tienen derecho a vivir seguras y los gobiernos tienen el deber de proporcionar seguridad. Pero estrategias antiterroristas mal concebidas han contribuido muy poco a reducir la amenaza y mucho, en cambio, a avivar el miedo y menoscabar los derechos humanos y el Estado de derecho.

Al cabo de seis años ya de la denominada "guerra contra el terror", los gobiernos están aprovechándose del miedo de las personas para introducir leyes cada vez más restrictivas. El esfuerzo de gobiernos como el británico y el estadounidense por suavizar la prohibición de la tortura es indignante moralmente, insostenible jurídicamente y peligroso políticamente.

La administración estadounidense trata el mundo como si fuera un gigantesco campo de batalla donde hacer su "guerra contra el terror", y en 2006 aparecieron nuevos indicios de cómo se secuestra, detiene, recluye, tortura y traslada a sospechosos de una prisión secreta a otra por todo el mundo, con impunidad y con la ayuda de aliados.

Amnistía Internacional ha encontrado indicios de que, este año, alrededor de 100 personas que querían entrar en Kenia desde Somalia, han sido trasladadas ilegalmente a Etiopía, detenidas e interrogadas por funcionarios estadounidenses. Algunas continúan detenidas, y varias han sido puestas en libertad, pero otras han desaparecido. Entre ellas había mujeres embarazadas, que dieron a luz bajo custodia.

El aumento del temor por la seguridad está reduciendo el espacio para la tolerancia y el disentimiento, y se está silenciado a muchas voces independientes que defienden los derechos humanos.

El miedo al terrorismo ha hecho revivir en Estados autoritarios la represión a la antigua usanza. Países occidentales que una vez fueron los más firmes defensores de la libertad de expresión apenas alzan ahora la voz en sus protestas. Los gobiernos autoritarios han encontrado un nuevo pretexto y nuevos medios para silenciar a quienes les critican. En un clima de miedo y fundamentalismo, los grupos extremistas atentan también más abiertamente contra quienes se atreven a protestar.

Hoy día, los más firmes y valientes defensores de los derechos humanos son periodistas, escritores, sindicalistas, activistas y defensores y defensoras de los derechos humanos, y es por ello que estas personas están pagando un alto precio en todas partes, de Afganistán a Zimbabue, de Myanmar a Irán, Cuba y Etiopía. Para hacerlas callar se utilizan diversos métodos, desde homicidios políticos, como en Filipinas, hasta nuevas leyes que regulan las organizaciones no gubernamentales, como en Rusia, y desde vigilancia constante, como en China, hasta la prohibición de viajar, como en Arabia Saudí. En países como China, Vietnam, Egipto y Bielorrusia, Internet se ha convertido en la nueva frontera en la lucha por el derecho a disentir.

El objetivo no es sólo silenciar las protestas, sino también conseguir que quienes antes eran presos de conciencia sean ahora presos del miedo. Este es el motivo de que se esté reprimiendo la disidencia sin ningún reparo y con impunidad. En Turquía se procesó a una persona galardonada con el Premio Nobel. En Rusia, unos desconocidos mataron de un tiro a una valiente periodista. Colombia ocupa el primer lugar de la lista del año con el mayor número de homicidios de sindicalistas.

El periodismo ha sido golpeado con especial dureza, con 60 profesionales muertos sólo en Irak. Uno de los casos más notables es el de Alan Johnston, corresponsal de la BBC secuestrado en Gaza. Amnistía Internacional ha emitido un llamamiento pidiendo que sea puesto en libertad. Aprovecho hoy la oportunidad para reiterarlo.

En gran número de países se está utilizando la política del miedo para fomentar la discriminación y la división.

Fomentados por estrategias antiterroristas discriminatorias, agravados por el miedo a la migración descontrolada e instigados por políticos irresponsables y medios de comunicación populistas, la intolerancia, la discriminación y el racismo fueron en aumento el año pasado.

En muchos países occidentales han aumentado los casos de islamofobia y antisemitismo. En numerosos países y comunidades musulmanes los sentimientos contra Occidente y Estados Unidos han cobrado una intensidad sin precedente y son fácilmente manipulables por grupos extremistas que hacen que degeneren en violencia.

En Rusia, las ideologías nacionalistas engendran crímenes de odio contra extranjeros y minorías. La discriminación, la segregación y la exclusión de la comunidad romaníes están muy extendidas en Europa.

Lo que nuestro informe muestra es que hay líderes cobardes y cortos de vista que menoscaban los derechos humanos y eluden la rendición de cuentas. En Rusia hay una deriva autoritaria claramente perceptible. El rastro de China en materia de derechos humanos deja mucho que desear dentro y fuera del país. Estados Unidos busca implacable su propia seguridad, sin importarle el coste para los derechos humanos y los valores universales. La UE promueve un doble rasero defendiendo los derechos humanos fuera y violándolos dentro. Y la Unión Africana utiliza la soberanía como escudo para impedir que se tomen medias severas contra países como Zimbabue.

El verdadero paladín del cambio y la esperanza fue la sociedad civil. Contra todas las probabilidades, luchó con éxito por un tratado para controlar la venta de armas convencionales, apoyó el proceso de justicia internacional y pidió el fin de la impunidad.

Lo que la sociedad civil ha demostrado es que, del mismo modo que el calentamiento global hacer necesarias una acción mundial y estrategias sostenibles, el peligro de que se derritan también los derechos humanos tiene que abordarse con solidaridad mundial y respeto de los valores mundiales.

Nuestro informe habla de la necesidad de aplicar un enfoque sostenible a los derechos humanos, un enfoque que fomente las instituciones de justicia, la rendición de cuentas y la transparencia, un enfoque a largo plazo que haga hincapié en los principios de derechos humanos y en el Estado de derecho, no sólo en la celebración de elecciones.

A medida que nuevas asambleas legislativas y líderes lleguen al poder en países e instituciones clave, tendrán la oportunidad de hacer las cosas de otro modo, de pasar del miedo a la esperanza.

Por tanto, pedimos al nuevo Congreso estadounidense que revoque o reforme sustancialmente la Ley de Comisiones Militares para hacerla compatible con las normas internacionales.

Tras los cambios de liderazgo de Francia y el Reino Unido, pedimos a los nuevos dirigentes que tomen postura sobre Palestina y el conflicto de Oriente Medio.

El nuevo secretario general de la ONU debe ejercer una fuerte presión para se aplique un enfoque global, no por partes, a Darfur, que comporte con urgencia el despliegue de una operación internacional de mantenimiento de la paz y el inicio de un proceso de paz basado en la justicia y los derechos humanos para todas las personas. De este modo reafirmará la función singular de su oficina y de la ONU como guardianes de los derechos humanos.

En Europa, nuevos líderes van a asumir el poder en Francia y el Reino Unido. Estos nuevos dirigentes deben hacer mejor uso de su influencia y adoptar un papel más anticipativo en relación con Israel y los Territorios Ocupados. Es hora de que Europa deje de estar a la sombra de Estados Unidos y asuma las responsabilidades que le corresponden como potencia mundial.


Encontrarán el vídeo de la conferencia de prensa en http://thereport.amnesty.org/page/5471

http://thereport.amnesty.org/esl/Homepage

Documento público



*Musica: Scott Matthews - Eyes wider than before

2 comentarios:

Josep Maria Yago Suau dijo...

Hola Luz, ya conozco el informe anual de AI (de hecho soy miembro de la asociación). No lo he visto però supongo que debe haber un apartado referente a España: torturas y malos tratos, casos de racismo, etc.
Saludos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Ya me gustaría que Europa tuviera más responsabilidades pero la gente está cada vez más acomodada y alienada.

El informe de AI sobre España alerta del incremento de torturas y malos tratos a inmigrantes. Especialmente en Cataluña, donde se transfirieron parte de las competencias de seguridad. Creo que pondrán cámaras en las comisarias para velar que nadie tenga la mano suelta.

Saludos.