sábado, 12 de mayo de 2007

Gabriela Mistral



Caricias

Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...

El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...

Gabriela Mistral

3 comentarios:

elinformaldefran dijo...

el AMOR de una Madre es lo mejor que la vida nos regala y el conservarlo su mayor tesoro. Es el auténtico amor incondicional, Besos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Una vez leí que Dios dándose cuenta de que no podía estar en todas partes (lo de la ubicuidad fue una invención de la Iglesia) quiso prolongar su trabajo por todos los lugares y creo a la madre.


Gracias por la poesía, muy bonita y desconocida para mi.

Saludos.

Luz dijo...

Tienes razón Fran, por un hijo una madre es capaz de sacarse el corazón del pecho y entregárselo si lo necesita.

Bonita historia Goathemala. :)

Besitos para los dos, me alegran con su presencia, gracias!